Las conservas de pescado son una excelente apuesta para comer en cualquier momento, bien sea para preparar algo rápido y sano para picar, para improvisar una cena y, porque no, para una comida de verano. Acompañan bien cualquier plato y, con un poco de gracia podemos hacer riquísimas recetas con ellas. El pescado en conserva permite numerosas opciones gastronómicas: es ideal para elaborar rellenos, hacer ensaladas, acompañar la pasta o el arroz.
El pescado fresco es muy nutritivo, pero la conserva de pescado también. El proceso industrial no altera la composición nutricional del alimento, por lo que mantiene todas sus vitaminas y minerales intactos. Al no darle la luz al contenido de la lata, los nutrientes fotosensibles (vitaminas A, K y ácidos fólicos) no se pierden con el paso del tiempo.
En el caso de los pescados azules, como las anchoas o el atún, a la acción beneficiosa que para el organismo suponen sus ácidos grasos, hay que añadir las propiedades también cardiosaludables que incorpora el ácido oléico del aceite que se usa de cobertura. Tanto el Omega 3 del pescado azul como los ácidos grasos del aceite de oliva permiten prevenir las enfermedades cardiacas.
Por otro lado, los cambios de temperatura del cocinado tampoco afectan a las propiedades alimenticias del producto y hacen que los almidones y las proteínas se hidrolicen, lo que mejora la digestión del alimento.
Todo son ventajas para el consumo de conservas de pescado: comodidad, seguridad, higiene, nutrición y sabor.