Las conservas son productos obtenidos a partir de alimentos perecederos de origen animal o vegetal, contenidos en tarros de cristal o latas, cerrados herméticamente y tratados exclusivamente térmicamente (vapor) de modo que se asegure su conservación.
Las conservas no tienen fecha de caducidad, solamente de consumo preferente (lejano) y la calidad del alimento no disminuye con el tiempo. El único requisito es almacenarlas en un lugar fresco y seco.
Las semiconservas no reciben ningún tratamiento térmico y su conservación se produce gracias a otros procesos como el salado, el ahumado o el secado. El ejemplo de las semiconservas son los filetes de anchoa que han sido madurados en salazón y envasados con una fecha de caducidad entre 10 y 18 meses. Aunque pasado ese tiempo el producto no perece ni se altera, no mantiene la misma calidad que durante los primeros 8-12 meses ya que pierde textura y color, la carne se ablanda y se deshace fácilmente. Por lo tanteo, es preferible consumirla durante los primeros meses después de su envasado para garantizar la mejor calidad y, siempre, almacenarla en frigorífico.